Fuente: pasajero7.com

Por Mercedes Martínez

En cuestión de minutos, bajo los pies, se dejan atrás numerosas calles, colonias y localidades enteras. Una nueva línea de teleférico se convierte en la hebra de un hilo que poco a poco se va desenredando, aunque al final tenga que volver al caos.

Los teleféricos, como el Cablebús y el Mexicable en la capital mexicana y el Estado de México, respectivamente, no son la panacea de la movilidad, dicen expertos, pero sí funcionan como un boquete importante en el muro de las desigualdades. Una pared que mantiene del lado de la pobreza y la marginalidad a algunas de las zonas de difícil acceso y alta densidad en población.

De hecho, existe una relación estrecha entre los escasos recursos de movilidad y largos traslados de cada día, con los índices más altos de pobreza, tal como lo expusó el maestro Gabriel Gómez García, del programa universitario de Estudios sobre la Ciudad, durante su ponencia en la conferencia, Características de la movilidad de la población en la zona norponiente y oriente de la Zona Metropolitana del Valle de México, como parte del Coloquio “Ciudad en Movimiento”, realizado en febrero pasado por la UNAM.

Los sistemas de transporte masivo -como los teleféricos- tienen una función social muy importante, “porque son construidos o constituidos en zonas especialmente de alta marginación y donde hay un alto nivel de pobreza”, confirmó en entrevista con Pasajero7 Ernesto Morua Ramírez, académico de la Facultad de Estudios Superiores Aragón y doctor en Estudios Sociales y de Movilidad.

Para Morua Ramírez, es importante aclarar “que la constitución de estas obras (líneas de teleférico) en estas zonas (marginadas) no solo se debe a una cuestión social, sino que también es por cómo se crearon estas zonas, que nacieron con una traza orgánica o de laberinto”, lo cual “hacía que llevar un sistema de transporte estructurado fuera bastante difícil”.

El impacto de sistemas de transporte elevado como son las dos líneas del Mexicable y el Cablebús también se puede traducir en algunos índices económicos. “Las estaciones (de las líneas) se están convirtiendo en lugares con clústeres comerciales o locales”. Para el experto, dos ejemplos de esto son: La estación Quetzalcóatl de la Línea 2 del Cablebús, donde se ideó la recuperación de un mercado como parte del desarrollo urbano. O el cine, que se estableció en la estación Cañada de la Línea 1 del Mexicable.

TELEFÉRICO

De este modo, “estamos hablando de espacios interesantes, de conexión social, no solamente como medio de transporte, sino también de lugares de encuentro y de intercambio”, dijo el académico.

Modifican el tejido social

Para la activista en temas de movilidad y usuaria del Mexicable, Wilma Parra, “la magia de los teleféricos es que acortan los tiempos para un sector de personas en específico”, pero también destacó las intervenciones sociales que surgen alrededor. “Es decir, en 2016, cuando se inauguró la primera línea del Mexicable hubo una intervención social”, recordó Parra, y explicó: “Las personas claramente no querían un sistema que les volara por arriba de sus casas”. Fue a través de una iniciativa de pintar las casas y colocar murales como se integraron a la dinámica de un nuevo sistema de movilidad en su entorno.

“Dentro de esta socialización se hace una reconstrucción del tejido social completamente hacia abajo. Después de 10 años sería bueno saber si esto permeó, pero en ese punto, al principio, las mismas personas de esa comunidad hicieron unos murales increíbles. Está comprobado que una reconstrucción del tejido social hace una zona menos delictiva”, señaló la activista.

Los teleféricos en América Latina

Los teleféricos urbanos no son algo nuevo en América Latina. En la cuenca metropolitana del Valle de México el Teleférico Mexicable es el más antiguo, inaugurado en 2016, seguido por el Teleférico de Zacatecas en 2018 y el Cablebús de la Ciudad de México en 2021. A pesar de ser un sistema de transporte relativamente nuevo en el país, ya ha generado una gran aceptación y ha cambiado la forma en que los habitantes de la ciudad se mueven de un lugar a otro.

Los teleféricos urbanos se han convertido en una opción de transporte cada vez más popular en América Latina debido a su capacidad para reducir el tráfico vehicular, mejorar la movilidad en áreas con topografías complejas y conectar áreas de difícil acceso.

Asimismo, son una opción más amigable con el medio ambiente que los vehículos de combustión interna, lo que contribuye a reducir la huella de carbono en las ciudades.

Uno de los ejemplos más exitosos en la región es Mi Teleférico en Bolivia, que cuenta con 10 líneas. Este sistema de transporte se ha convertido en un referente a nivel mundial por su eficiencia, seguridad y su capacidad para integrar a diferentes sectores de la población.

En México, el Cablebús ha sido una solución para mejorar la movilidad en la capital del país, que cuenta con una población de más de 9 millones de habitantes y una de las redes de transporte público más grandes y complejas del mundo. Este sistema de transporte ha sido diseñado para conectar zonas de la ciudad que antes eran difíciles de alcanzar en el transporte público convencional.

En la línea 1 del Cablebús, que lleva a Cuautepec, los habitantes de esta zona ahora pueden llegar a la estación de Metro Indios Verdes, uno de los principales centros de transporte de la ciudad, en menos de 30 minutos. Mientras que la línea 2 conecta el Metro Santa Marta de la línea A con el Metro Constitución de 1917 de la línea 8, lo que ha mejorado la conectividad en la zona oriente de la ciudad.

A pesar de los beneficios que ofrecen los teleféricos urbanos, su implementación en las ciudades todavía enfrenta algunos desafíos. Uno de ellos es el costo de construcción y operación de estos sistemas de transporte, que puede ser significativamente más alto que el de otras opciones de transporte público. Además, es necesario garantizar la seguridad de los usuarios y la estabilidad del sistema, lo que requiere de una inversión continua en mantenimiento y capacitación del personal.

A pesar de los impactos evidentes y los estudios que académicos han realizado desde la primera colocación de los teleféricos en México, aún es necesario esperar a los datos duros y oficiales para conocer y medir mejor los impactos económicos, en la pobreza, en la movilidad, laborales, etcétera. Por ejemplo, la encuesta Intercensal del 2025 del INEGI, que actualiza la información sociodemográfica y aborda temas presentes en los últimos censos y guarda comparabilidad con ellos.

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Zonas pendientes de movilidad eficiente

La zona norponiente compuesta por la alcaldía Azcapotzalco y los municipios mexiquenses de Naucalpan y Tlalnepantla, es una de las que aún no cuentan con un sistema de transporte integrado. En su ponencia, Gómez García explicó que tan sólo en esta área se realizan entre semana dos millones 566 mil 66 viajes.

Ante ello “se evidencia la necesidad urgente de implementar un sistema de transporte público sostenible en la periferia poniente de Naucalpan, con el fin de conectar a los residentes de las áreas marginadas con el polo industrial”.

El académico propuso establecer un teleférico urbano, ya que cuenta con características de sostenibilidad y es el más indicado debido a las condiciones del relieve accidentado de la zona. Existe evidencia de que en ciudades de América Latina funciona como herramienta para disminuir la brecha de desigualdad, añadió.

El académico propuso establecer un teleférico urbano, ya que cuenta con características de sostenibilidad y es el más indicado debido a las condiciones del relieve accidentado de la zona. Existe evidencia de que en ciudades de América Latina funciona como herramienta para disminuir la brecha de desigualdad, añadió.EL ESPACIO IDEAL